Percepcion

Humeantes escollos,
desdoblan crueles
años de desdichas.
Plantas, quiebran
la nocturna helada.
¿Para que denostar?
¿Porqué morir fuera
del tiempo?
Si somos aurora
en sílabas;
palabras descascaradas,
de ensueños.
Fortuna en llanto;
aguacero envuelto,
en llamas de la noche.
Diurno aullido entrecortado;
voráz encuentro deshilachado.
¿Es aquí el ahora?
¿O luego de la progenie infinita?
Capas de la tarde somnolienta.
Feroz cita entre tableros;
dama ecuestre a las
alturas.


Jorge Miguel Reyes. Todos los poemas y textos de este blog son de la autoría del titular del mismo.

Sucedió que... a orillas del río...,
mientras padecía cantos,
subió el clamor del agua,
sobre la rotunda noche invernal.
Deshilachada de aventuras,
cubierta de muérdago.
El barco clama!
Grita ahogadamente!
A babor y estribor,
silbidos estridentes!
Sinfonías orgánicas de luz!
En la líquida llanura.
Sobre el especímen inicuo,
volátil y efímero.
Aves avistadas beben atoradas
en la arena; mientras subsiste
la voraz intensidad del agotamiento.
Caninas desfilan, amargos,
en la penúmbra sutil, ciega.
Oh! enfermedad de la madrugada.

Por las noches tomaba vino en una copa llena hasta 1/4, de pié y recibía a algún familiar, a quien invitaba a servirse, y lo escuchaba hablar atentamente y en silencio; cada tanto bajaba los ojos, asintiendo, o miraba el escudo de la familia de reojo, sin detenerme. Mi vista se dirigía a las armas de fuego cruzadas en la pared, debajo se hallaba el hogar donde los leños ardían; y las fotos de mis bisabuelos con sus largos bigotes.
Mi mujer era rubia y de piel tostada; volvía todas las tarde de hacer equitación; por las noches dormíamos en piezas separadas. Antes al cenar oíamos algo de musica clásica, sobre todo los valses de Strauss o alguna ópera. Solía hacer largos viajes con amigas, generalmente a Europa o Estados Unidos, mientras yo elegía quedarme en Buenos Aires para arreglar negocios y no faltar a los juegos de polo.